La sanguina (variedad de óxido férrico llamada hematites mezclada con goma arábiga) se convirtió en técnica propiamente dicha dentro de la historia del dibujo en el Renacimiento, a finales del siglo XIV, aunque era conocida desde la más remota antigüedad del periodo Paleolítico. La sanguina aporta una homogénea y agradable sensación cálida en el resultado y constituye un excelente medio para hacer estudios del natural, particularmente, en lo que se refiere al retrato y al desnudo.
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